Releyendo mails viejos encontré un poema de Pablo Neruda que me hizo pensar un largo rato. Entre conclusiones me di cuenta que sí, es verdad que muere lentamente el que hace o no hace todo eso. Pero también es verdad que muere de a poco el que se reprime asimismo y a los demás. El que extraña sin saber y el que, aún sabiéndolo, sigue extrañando. El que no logra ni deja soñar.
Muere de a poco el que no sólo no ayuda, sino que molesta. El que habla cuando debería callar o el que piensa cuando debería actuar.
Muere de a poco el que ríe sin dejar reír. El que enseña sin saber. El que simula sin ser.
Muere despacio el que no escucha. El que pregunta sabiendo la respuesta. El que desea en vano o el que, en vano, hace desear.
Muere despacio el que, sin siquiera tener motivos, controla. El que miente por el único y simple hecho de herir. El que duerme acompañado pero festeja soledades ajenas.

Yo, por lo pronto, voy de a poco y despacio pero me deja tranquila saber que vivo y dejo vivir a aquellos que sólo buscan competir.

Sentada completamente desganada, agarro el último papel y me propongo vomitar. Expulsar todo aquello que me pesa y me molesta. Decidida a devolver cada antojo insatisfecho, siento una respiración en mi oído derecho.
Me arranca lo que llevo y huele mi perfume. Sonrisas entendidas y avaladas caricias. Como salvándome de un suicidio, toma mi mano fuerte y rosa mi lado izquierdo como quien explora algo nuevo. Cuanto tiempo pareció. Días acompañadamente solos. Soledades compartidas con nadie.
Reaparecemos en esta ambiente cálidamente frío. En esta realidad cerradamente abierta, sin siquiera preguntarnos nada. Asentamos con un beso y concordamos con un abrazo. Nos actualizamos las mentiras y nos recordamos las verdades.
La noche ya pasó y el tiempo fue justo aunque te haya parecido poco. Hubiera elegido algo más de tres, pero escasamente me conformo. Inmediatamente me transformo. Al fin y al cabo me devolviste la cordura que había perdido por un ilógico deseo.

Porque no se como se hace. Porque no entiendo como debería. Porque no aguanto. Porque empiezo a sospechar que ni siquiera son segundos. Porque me derrota cada instante. Porque no encuentro una explicación. Porque tampoco hay motivos. Porque hasta creo que no quiero. Porque inconscientemente sí espero. Porque no me libro ni un momento. Porque me hiere todo esto.
Porque no paro de pensarte. Porque no dejo de soñarte. Porque no se como hacer para no imaginarte. Porque nunca te entendí y menos te entiendo. Porque pasaste a ser un capricho. Porque no te veo distinto.
Porque seguís apareciendo. Porque sigo buscando respuestas. Porque voy contigo a cuestas. Porque me mata la impaciencia. Porque sigo siendo la misma ingenua. Porque me ahogo yo sola en esta ilusión que me mantiene despierta.

Momento es algo que de tan corto se hace eterno.

Es frenar y pensar.

Es ponerse en el lugar del otro.

Es tristeza mantenida con amor.

Es sorpresa esperada.

Es sentimiento único.

Es deseo mentiroso e inservible.
Momentos son besos sin ganas.

Son abrazos sin compartir.

Son sonrisas inocentes.

Son caricias ignorantes.

Son mensajes infaltables.
Momento es esto y aquello.

Es soledad y compañía.

Es ilusión y mentiras.

Es corazón y simpatía.

Es capricho y egoísmo.
Momento es todo lo que tenga que ser

para poder terminar lo que nunca logró empezar.

Aparecí volando, tranquila. Nunca imaginé querer frenar en el medio del viaje. Me desencontré y terminé perdida. Venía bien. Dura, decidida, fuerte. Fue algo así como haber perdido el mapa. Miro alrededor y otra vez veía un increíble desorden. Justo cuando había elegido mi camino, cuando había guardado mi último papel, tuviste que aparecer.
Flotaba sin saber donde ni porque pero tampoco me interesaba descubrir demasiado. Me llevaban casi de la mano y de tan cómoda que estaba, había optado por ese estado ensimismado.
Volvieron largas noches de analizar situaciones. Reaparecieron los ruidos más molestos. Salieron las dudas que hacía muy poco había logrado olvidar. Nacieron suposiciones que jamás hubieran existido y canciones que jamás hubiera escuchado.
Nueva rutina de ilusos pensamientos. Segundos a salvo de eternos días. Mariposas que creí eran viejas. Manuscritos como en todo principio. Menú elaborado sin sabor a futuro.
Meses difusos, incompletos, imperfectos. Pequeño cuerpo de piel marcada por la guerra. Balas con plomo de desconfianza. Heridas de olvido. Soledad sin miedo. Imaginación perdida. Recuerdos de anhelos.
Batalla perdida por una distracción sin medidas. Finales únicos sin despedidas. Lunas llenas de encuentros con los mismos. Vida cara de caprichos malparidos

Quisiera conocer ese tren sin puertas ni ventanas. Viajar hasta el infinito sólo por unos minutos. Quisiera subir esa montaña eterna. Gritar desde la cima algo que nadie entendiera. Quisiera bajar hasta allá sin siquiera preguntar. Sólo buscando un eslabón más. Quisiera recordar únicamente esa parte. Olvidar cada instante de sonrisas.
Quisiera imaginar canciones sin baile. Danzas sin roces. Quisiera escribir sin oírte. Soñar sin despertarme. Quisiera recoger todas las piedras para dejar de tropezarme.