Sabía que era peligroso pero nunca fui consciente de cuánto. Todas las promesas y estrategias que planee no sirvieron de nada porque hoy me vuelvo a ver sola y completamente desilusionada. No por vos, sino más bien por mí. Desilusión de los “podría” que quedaron guardados en el fondo de un cajón que ni siquiera había terminado de abrir.

Eran todos riesgos que corría y que asumía correr por esto, que no puedo ni llamar “nuestro”. No es tampoco que me arrepienta pero claro que sí estoy dolida. Ese dolor que pocas veces había sentido y que creí jamás sentirlo por vos; que me regalaste tus sonrisas más transparentes, tus caricias más verdaderas, tus abrazos más íntimos y tus besos más lindos.

Y quedó en mí, como ya lo sabíamos, pero también cayó en vos, como era de esperar. Lo cual terminaste de cerrar con un frío y desinteresado “es lo mejor”. Pero quizás sí, tengamos razón y es lo mejor; o quizás no… Quizás no sea lo mejor, ni lo peor pero terminemos juntos escapándonos de todo esto que quisimos empezar “sin daños a terceros”. 

Por que no sé si será la época del mes, la cantidad de días, las ganas, la confusión, la impotencia o todo eso junto y más. Si está bien, está mal, es lógico, entendible o ninguna de esas. Sólo siento muchas ganas de irme, de escapar, de desapecer y no volver jamás. De mandar todo a la mierda y que nadie me pregunte “¿qué pasó?”.

Tengo ganas de eso y punto. No hay motivos, ni circunstancias, ni excusas, ni porques… quiero eso! Poder no pensar, no juzgar, no analizar, ni planificar absolutamente nada más! Que nada ni nadie me importe sin tener la certeza de que me arderán las orejas al darme vuelta. No esperar, no pretender, no depender, no enloquecer.

Quiero dejar de lastimar sin siquiera poder sentir, sin siquiera poder mentir.

Quiero dejar de querer sin siquiera poder fingir, sin siquiera poder huir.

Caminamos como casi sin rumbo, hasta llegar a cierto lugar donde paramos a descansar. Bailamos a la luz de la luna, aún sabiendo el peligro que provocaría. Nuestras manos que se acercaban, intentando acariciarse todavía con cierta cobardía. Timidez aquella que pasó al olvido dejándose seducir por todo tipo de impulso.

En alguna calle perdida nos tapábamos la cara para contar hasta cien. Esquina vacía que nos descubrió escondidos detrás de un abrazo. Sonrisas robadas y besos eternamente ocultos. Noche aquella en la que la verdad asaltó a la duda respondiéndole todo tipo de preguntas; convenciéndola de que al final el deseo había quedado al descubierto.

Y cuando el reloj parecía no andar, comenzó a agilizar su paso; robándonos uno a uno cada instante. Apresurándonos para que todo termine según lo esperado, decidiste por fin tomar la decisión. Levantaste el brazo y yo conteniéndome para llegar a cualquier lugar.

Bien pudimos encontrar allí la distracción, mas olvide no fascinarme. No había un solo cómplice de aquel tropiezo. Podía quedarme tranquila de saber que todos nuestros momentos quedaban en silencio, como quien aleja a un recuerdo.

Sigo contando otros cien más, a ver si te vuelvo a encontrar escondido detrás de algún viejo árbol, esperándome solo, sabiéndote mío… Justo allí leerás en mi mente todo eso que te pertenece, compartiremos los sueños y podrás besarme sin avisar primero.

A pesar de que tengas un trabajo que te guste, practiques el deporte que te apasiona, tengas amigas y amigos verdaderos, una familia maravillosa, entrenes tres veces a la semana, viajes una vez al mes, trabajes con gente copada, puedas vivir en una linda casa y pasearte en un hermoso auto… el amor hace falta.

No es lo mismo un frío domingo de junio viendo sola a Boca perder 3 a 0 que ver una película acostada en su pecho. Porque se necesitan los abrazos, los besos y los mimos. Porque una quiere cariño sincero… Como ese que te hace levantar con una sonrisa, por más helada que esté el día. No es lindo no recibir un mensaje de las buenas noches, ni un “te amo” cuando te sentís sola.

Porque en momentos como este, maldigo al amor y a la persona que inventó todo eso. A los que opinan sin saber, a los que no y a todos los pensamientos que te invaden cuando lo único que querés es poder dormir.

_______

(un día después) Nuevamente intentando dormir, escucho a ella decir “¿vos me amazz?” (léase con tono como quien le habla a un bebé y así como suena, bien marcada la Z). Él responde: “tii te amo mucho memii” (en el mismo tono).

Estoy comenzando a pensar en hacer la Organización Mundial Odio el Amor. O quizás es que me guste tanto que no me siento completa sin él. Ya no sé.

Hasta ayer hablábamos de proyectos compartidos y mañana pegaditos. Organizándonos para comer, jugar y hablar.

Hoy pareciera que los planes quedaron en aquellas charlas soñadoras inestables. Vaivenes de una vida que alguna vez quiso ser vida y ahora son recuerdos.

Meriendas y comidas eternamente dormidas. Estrategias de una relación casi perdida que llora a gritos escondida. Tácticas incansablemente pensadas, las que hoy se derrumban frente a mí. Y dejar pasar todo esto que fue nuestro es algo que me pisotea el alma, que me deja el corazón en llamas de saber que los bosquejos no llegaron a escritos.

Hoy pareciera que el pasado no pesara y que el futuro fuera entero y completamente del destino. Destino aquel que quizás nos vuelva a querer juntos, agarrados de la mano, riéndonos a carcajadas de tantos intentos fallidos. Compartiendo uno que otro abrazo, una próxima primera mirada.

Es como querer salir y que esté cerrado. Como querer empujar y que esté trabado. Como querer subir y que cada escalón se rompa. Como querer respirar y que esté tapada. Como querer correr y siempre estar en el mismo lugar. Así es. Mirar hacia atrás y estar exactamente en el mismo lugar. Ni un paso más, ni un paso menos y no sé.

Presión que contiene y asfixia. Que mantiene y aturde. Que invade y agobia. Algo que, quizás, ni las palabras puedan explicar, ni el silencio callar. Como si cada segundo derivara en una peor pregunta, en una rebuscada respuesta.

La mochila es más grande y la distancia más larga. Pareciera un poco más lejos. Como si lo buscaran, como si fuera a propósito y con ganas de que sea en la otra punta. Así será. Así terminará siendo.

Mi profesión. Mi edad. Mi carácter. Mi personalidad. Mis sueños. Mis gustos. Mi deporte. Mis elecciones. Mis pensamientos. Mi carrera. Mis “negocios”. Mis proyectos. Mi todo! TODO! Así me hice y así soy. Por desgracia o por fortuna, así soy y seguiré siendo; por lo menos hasta que el tiempo, la vida o las circunstancias digan lo contrario.

Mirando al ayer como si fuera el futuro. Alegres y soleados días de verano de aquella ciudad escondida. Pequeñas callecitas de tierra, lluvia pesada, caminos de la mano, viaje hacia el más allá. Charlas nocturnas incesantemente divertidas, eternas risas contagiosas, comidas extranjeras, palabras pasajeras.

Fue aquel verano de la tranquila pausa. Y cuando el mundo se había detenido, nosotros allí perdidos en la selva, profundamente calmos. Uno al otro y el otro a uno, disfrutando los días sin contar las horas.

Mirando el mañana como si fuera el ayer. Todo desde un principio. Alegres y soleados días de montaña, valle escondido. Gran puesta de sol, pasillo angosto y peligroso, viaje hacia el más allá. Palabras inentendibles perpetuamente entretenidas.

Fue este otro verano, un poco más acá. Y cuando el mundo quiere volver a comenzar, nosotros aquí perdidos en la ciudad, misteriosamente desconcertados. Sin contar los días, ni las horas; aún esperando aquella puesta de sol que nos ayude a emprender nuestra próxima huida.