Me dan ganas

Quizás sí lo extrañe. Quizás sí tenga ganas de volver y me niego a admitirlo. Por alguna u otra razón postergo el hecho de pensar en eso. Sí, quiero. Sí pienso en estar ahí y me di cuenta recién hoy. Descubrí cuando me levanté que a pesar del frío me gustaría sentirlo en ese lugar. Creo que no es lo mismo 2 grados en Córdoba, que 22 grados bajo cero en Aspen.

Intuyo que me dan ganas de abrigarme para salir. De comer algo caliente en el trabajo. De salir exactamente 2 minutos antes de que llegue el colectivo. De comer helado antes de ir a bailar. De cocinarme fideos al roquefort con mucho queso. De bañarme con la puerta abierta escuchando Queen. De hacer un refill de coca antes de salir de McDonald's. De leer el diario cada vez que subo al colectivo. De caminar sola por la calle sin miedo. De ir a hacer snowboard toda la mañana. De ir al banco cada 2 semanas a depositar mi paycheck. De comprarme algo todas las semanas. De pagar mi Corona (con lima) en el boliche con tarjeta de crédito. De repetir todos los días "nice to meet you".
Estando acá, extraño allá. Aunque voy a ser sincera, y estando allá también me dan ganas de comer un buen asado o un panqueque lleno de dulce de leche, de escuchar música mientras espero el colectivo, de salir con amigos hasta las 6 de la mañana, de andar con la cartera cerrada, de mirar (sólo mirar) vidrieras, de la comida de mi mamá, de mi tiempo libre, de las miradas indiferentes.

Soy consciente de que faltan quizás meses, quizás años... pero estoy segura de que voy a volver. Siento que me va a volver a costar levantarme igual que hoy, pero no acá, no en Córdoba, no en Argentina.