It's that simple. Everything is practice. Take it easy. Don't be shy. Be yourself. Nice to meet you. Thanks. That's all. Throw it away. Come with me. You can leave. Sure!. Can you help me please?. Oh it's so hot!. You're cute. Relax. Hey! Listen. Can you answer for me please?.

La verdad que extrañaba.. sinceramente me fascina. I believe I can.
Yeah! That's it!

Entró a su cuarto después de haber pasado por el baño. Prendió la luz y quedó inmóvil al borde de la cama por unos segundos. Dio media vuelta, caminó lentamente hasta el living donde él la esperaba. “¿Qué pasó, no te ibas a cambiar?” Ella se sentó a su lado y bajó el volumen del televisor. Miró esos ojos confundidos y hasta perturbados. Sin siquiera responderle, lo abrazó fuerte. Algo así como una despedida. Bien podía ser una bienvenida. “¿Podemos hablar?” pregunta ella torciendo su cuerpo a la derecha. “Claro, ¿de qué?” contesta tímidamente. Durante la siguiente media hora escucho voces.
Bronca. Celos. Enojo. Paciencia. Intranquilidad. Ansiedad. Cariño. Mucho más de golpe. Así con ese desorden intentaba hablar. Con el grado mínimo de convicción que alguien puede tener, pretendía sonar creíble. Esperaba que algo de todo lo que dijera sea tomado en serio. ¿En serio? Parecía imposible pero seguía intentándolo. Debería endurecer el corazón o aunque sea educarlo. Y a ese esfuerzo frustrado, se le colaron varios besos y abrazos.
¿Terminó? El silencio está, tan intacto como siempre lo estuvo. La palabra final es huérfana por un rato. Hasta que él la toma de la mano, levanta la mirada, respira hondo: “¿Querés intentarlo?”
Pensá y actuá. Llorá y crecé. Besá y queré. Que llegado el momento, solita sin guía, vas a haber aprendido a andar el camino tantas veces recorrido.

Mirando el espejo que refleja la ventana a mi espalda, me encuentro pensativa. ¿Y si esto es estar bien y vivir normalmente como todos? Se siente como inercia. Yo no creo que así esté todo el mundo.
Siempre me imaginé con un millón de cosas para hacer: deportes, inglés, estudio, trabajo, dentista, médico, amigas, torneos, cartas, ¿novio? Seudo... En fin, otra noche de esas en que las dudas que parecen ser existenciales me arrebatan todas juntas. “¿Qué necesidad?” diría mi hermana. Seguro es algo lógico y necesario, pero desafortunadamente no me puedo acostumbrar a pensar tanto, mejor dicho, a pensar tantas cosas a la vez. Que sí, que no, que más o menos, tranquila, reite, se fuerte, llorá, corré, enojate, pensá, pará, crecé, viví. Que deje de correr el hámster un segundo por Dios! A está altura me agota hasta el sonido de su ruedita. Lo ideal sería pedir que me instalen un antivirus porque evidentemente a mí el botón de reset no me anda.
Mirando la pared, boca abajo, destapada, con tele, sin... Ya sé! Poner música va a ser la solución. Pero tampoco! Misión abortada a la primera canción. Me hace pensar más. Sí, ya lo sé, podría haber elegido otro tema, pero mi dedo de memoria sólo conoce el recorrido hacia ése. Galeria/archivos de música/recuerdo.amr. Y cómo no me iba a hacer pensar más si me canta en la primera frase “me levanto temprano moribundo, perezoso resucito, bienvenido al mundo”.
¿Y ahora? Última opción: chateo un rato por mensaje de texto, escribo y pienso en mañana. Uf! Qué alivio. Resulta que de tanto mirar la pantallita del celular, a las 3.17 am me empezaron a arder los ojos. Así que ahora sí me dieron ganas de dormir aunque sea algunas horas, hasta que vuelva a sonar la ruedita del molesto hámster.

¿Cómo es cuando nada se sabe, nada se entiende? Haciendo memoria recordaba los primeros momentos. En la época en que permanentemente me llegaban mensajes. En que me levantaba con una sonrisa sólo por escuchar tu voz. En que el cartel de “acaba de iniciar sesión” me hacía latir el corazón a mil. En aquel tiempo que disfrutaba del juego y lo sentía como mío. Donde cada palabra era una sonrisa y cada sonrisa era un abrazo. Tardes acomodando. Noches descansando. Charlas de anécdotas. Enseñanza de todo. Pelea virtual y amor digital. Canciones alegres. Bailes de cocina. Miradas cómplices y caricias íntimas.
Todo aquello que cuando estaba no lo percibía, ahora es algo que desearía volver a vivir. Al no darme cuenta cómo era, ilusamente soñé despierta. Era lógico que no durara mucho más. Que iba a ser una más. Mas nunca lo quise y siempre lo supiste. Ya debería admitir que fue mi error. Fallé una vez más en dar todo, mejor dicho, en esperar todo.
Duele saber que cambió. Que cambié. Que cambiaste. Que a pesar de extrañar, de querer, de desear, de sentir; no es suficiente lo que di para mantener exclusividad. Algo en vos, o quizás en mí, ya no afina. El becuadro que en algún momento creí encontrar, hoy parece que volví a perder.

Te vi pasar como si fuera la primera vez. Seguí con la vista ese caminar un tanto relajado, sonrisa perdida y mirada lejana. Te crucé volando pero creo que te bajé de un susto. Alegremente sorprendido me recorriste completa. Sentí esa profundidad en tus ojos mirando más allá, mientras yo comenzaba mi viaje por algún olvidado lugar. Y volví a recordar cómo eran esos encuentros tan sanos, tan raros, tan plenos.
Tu mano sobre la mía, mis ojos sobre los tuyos y nuestros cómplices cuerpos que se entendían. Caricias que rápidamente se colaban para intentar entrar a escondidas a aquella charla interrumpida. “¿Qué haces?” Me nombras como si fuera algo normal y a mí se me escapa una sonrisa. Nos divertimos, discutimos y hablamos como antes. Qué alivio sentirte así de cerca, tanto que por momentos intento, sin éxito, alejarme.
El corazón, harto de latir a esa exaltada velocidad, prefirió echarse a un lado y ponerse lo más serio que le fue posible. “Siempre haces lo mismo!” ¿Y quién esperaba algo distinto?