Un lunes oscuro. Nublado. Callado. Calmo. Me desperté, como siempre, repasando todo mi sueño de la noche anterior. Era lindo y por momentos feo, creo también que como siempre. Abrazos, besos, caricias, risas y este día asqueroso cuando miraba por primera vez por la ventana. Alguien me tiene que venir a decir “que la inocencia te valga”, no? Ah, parece ser que no es ninguna joda.
Me hago de comer, veo las noticias, me conecto y sigue la misma rutina. Me lavo los dientes, me fijo el clima, chequeo mis mails y entro a Facebook. La placa de relajación me molesta mientras duermo. Que en año nuevo La Morada se vuelve a hacer pero sale $5 más. Bounanotte pregunta por los amigos y está mejor. Mi hermano intenta hacerme una broma por mensaje de texto y hasta dormida lo descubro. Quiero esas tres fotos del sábado así que se las pido a mi cuñada. Parece que se viene tormenta así que no sacamos ningún auto. Alguno que no aparece y algún otro que no se quiere contagiar de mi mala onda. Mi hermana que me manda un mail super deprimente. Mi celular que ya está arreglado. Tengo que ir al gimnasio y adelantar en mi cuadernillo.
Todas lindas noticias. Uf!! Divinas. Es que con un comienzo del día así como se puede ponerle buena onda?? Ahora sí, tengo ganas de acostarme en mi cuarto con el dvd de Ismael muy fuerte y que nadie me moleste! Pero tampoco creo que ayude así que no. Mejor me cambio, busco mi celular y me voy ahora temprano al gimnasio. ¿Tampoco? Mmm la verdad es que no se me ocurre mucho más. “Has recibido un nuevo mensaje de correo electrónico de Pablo F. Carreras” ¿a ver si esto me ayuda a pasar algunos minutos más? No. “Para pensar” dice el asunto así que no creo que sea éste el momento justo para leerlo.
Me parece que lo mejor va a ser sacar mi cuadernillo y empezar a distraerme. Justo acabo de leer en algún mail “no critiques, no te quejes, no te rindas, no..” pero claro!! Que vivito!! ¿Cómo se hace para vivir así tan feliz y contenta como todos deberíamos hacer? Si alguien me dice cómo, prometo hacerlo! El tema es que me paso los días buscando la manera y está por llegar el 31 de diciembre y aún no la encontré.

Hay veces que nos sentimos al final del camino. Justo ahí donde leemos el cartel de “calle sin salida” es donde nos preguntamos hacia donde ir y lamentablemente sólo nos queda una opción: volver. En realidad lo malo no es recorrer la misma ruta por la que vinimos, sino saber que debemos deshacer todo lo que logramos.
Hay veces que sentís que no te quedan más fichas por jugar. Que hubo una mano en la que eras ganadora y te confiaste, como siempre. Te confiaste y terminaste perdiendo todo. Ahora ya no sirve arrepentirse, arriesgarse, demostrar ni mucho menos querer. No es bueno quedarse en todo lo demás. Si se pasó, ya no vuelve. Porque es tan simple como eso: se pasó. Se LE pasó y punto. Seguirás buscando aquel amor que creíste haber encontrado. Deberás tachar de tu lista todo lo que no será. Sacar probabilidades y poner el guiño para volver a entrar. Asumir el riesgo que tantas veces asumiste sólo para intentarlo una vez más. Sólo para saber que estás y sentís. Sólo para que algún día se de cuenta de todo lo que perdió. Sólo esperando volverlo a encontrar en algún que otro sueño, sabiendo que en tu lugar será ella o cualquier otra, qué importa.
No hay motivo que me haga sentir peor que haber perdido todo aquello que construimos. Saber que te miro a los ojos y no me veo. Conciente que fui yo la que te dejo ir, no puedo cambiar esta realidad ni la que pasó. Ni tener una última jugada, ni comprar una vez más, ni cantar otra canción, ni morirme por amor.

Inmensa ciudad y yo tan diminuta. Primera vez que me siento algo así como un granito de arena. Tantos apurados, distraídos, malhumorados, ocupados, preocupados. Camino por Florida cual turista sorprendida; a paso lento y por momentos rápido. Atenta por mi cartera y mi espalda. No saques el celular, no tomes taxis sola, no camines de noche, no andes con la cartera abierta. Sí, lo sé. Me cuido y hasta creo que por ahí demasiado.
Es increíblemente lindo sentirse así de libre. Tanta independencia quizás asusta, pero en verdad me gusta. Solitaria doy vueltas como buscando algo. “¿No te gusta la ropa de cuero?” escucho de algún hombre. “¿Por qué habrá pensado que me gusta la ropa de cuero?” sigo mi camino tranquila. Llego a Marcelo T. de Alvear y pregunto cómo llegar a destino. Pleno mediodía y yo caminando de jean por el medio de esta avenida, que andá saber cual será. Sheraton. Kansas. Palermo. Florida. Cuantos lugares nuevos. Cuantos lugares tan poco recorridos. Por un rato me siento en Córdoba. Bombas de estruendo, cantos, calles cortadas, nenes pidiendo. Vuelvo a donde estoy. ¡Qué bueno sentirse lejos!
Es ese respiro que necesito de vez en cuando. Es ese recreo que deseo hace tiempo. Es cada pausa que me devuelve las ganas. Es este viaje que me hace valorar las cosas que dejé atrás. Y cada minuto me hace sentir tan viva y alegre como ahora.

"Le dije aunque no creas

estoy buscando amor"

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Me molesta. Me hiere. Me asusta. Y sin embargo sigo eligiendo estar. No imagino como sería sin vos. Sé que podría y que tampoco sería muy difícil, pero es que CREO que no quiero. Claro está que todo es incertidumbre y así será por lo menos un tiempo más. El tema es que no me cuesta tomar alguna decisión definitiva, lo que se me hace imposible es sostenerla. Y me da impotencia, sí, pero siento que es algo más fuerte que yo. Admito también que a la fuerza de voluntad no la practico a diario y menos aún cuando no estoy convencida.
Ahora, el problema es… ¿me pongo a pensar o sigo así como estoy? Si soy completamente feliz ya no me lo pregunto porque creo que la respuesta tiene tantas variables que llega a ser demasiado complicado preocuparse por eso. Mi duda existencial, de unos meses a esta parte, me lleva a escapar. A huir de analizar la situación, resolver problemas o, mejor dicho, tomas las riendas del asunto.
“Pero bueno, es lo que hay” es la frase que me repito a cada rato. Sé que vivo, no que sobrevivo. De lo que no estoy segura es de lo que vendrá. Y vuelvo a robar: me siento “buscando quien sabe qué. Yo qué sé qué será de nosotros”.

Pocas veces encontré algo que explique tan claramente lo que sigue después de un "adiós".

"Alguien dijo alguna vez, que la mejor terapia para el olvido es el odio. Que si él se va, se debe cuidar de nosotros, porque le declararemos el odio y la guerra. Pero, sabes, al final suele pasar que el odio es bastante aburrido, porque además no se lo cree nadie.
Quiero decir que a él no le afecta que el taladro de nuestra mirada le traspase, porque no se siente culpable... Normal.
Así que al final uno decide olvidar y tirar para adelante, seguir en el camino y en la búsqueda. Hacer repaso de lo que hemos andado y quedarnos con lo bueno y tirar lo malo.
Él crecerá, yo espero que no mucho más. Se casará y tendrá hijos. Será el hombre responsable que todos quisieron. Y quizá yo también sea esa mujer responsable que todos quieren, no lo sé.
La ciudad seguirá imparable, frenética, y nosotros perdidos en ella, buscando quien sabe qué. Yo qué sé que será de nosotros.
Pasarán tantas y tantas cosas..."

It's that simple. Everything is practice. Take it easy. Don't be shy. Be yourself. Nice to meet you. Thanks. That's all. Throw it away. Come with me. You can leave. Sure!. Can you help me please?. Oh it's so hot!. You're cute. Relax. Hey! Listen. Can you answer for me please?.

La verdad que extrañaba.. sinceramente me fascina. I believe I can.
Yeah! That's it!

Entró a su cuarto después de haber pasado por el baño. Prendió la luz y quedó inmóvil al borde de la cama por unos segundos. Dio media vuelta, caminó lentamente hasta el living donde él la esperaba. “¿Qué pasó, no te ibas a cambiar?” Ella se sentó a su lado y bajó el volumen del televisor. Miró esos ojos confundidos y hasta perturbados. Sin siquiera responderle, lo abrazó fuerte. Algo así como una despedida. Bien podía ser una bienvenida. “¿Podemos hablar?” pregunta ella torciendo su cuerpo a la derecha. “Claro, ¿de qué?” contesta tímidamente. Durante la siguiente media hora escucho voces.
Bronca. Celos. Enojo. Paciencia. Intranquilidad. Ansiedad. Cariño. Mucho más de golpe. Así con ese desorden intentaba hablar. Con el grado mínimo de convicción que alguien puede tener, pretendía sonar creíble. Esperaba que algo de todo lo que dijera sea tomado en serio. ¿En serio? Parecía imposible pero seguía intentándolo. Debería endurecer el corazón o aunque sea educarlo. Y a ese esfuerzo frustrado, se le colaron varios besos y abrazos.
¿Terminó? El silencio está, tan intacto como siempre lo estuvo. La palabra final es huérfana por un rato. Hasta que él la toma de la mano, levanta la mirada, respira hondo: “¿Querés intentarlo?”
Pensá y actuá. Llorá y crecé. Besá y queré. Que llegado el momento, solita sin guía, vas a haber aprendido a andar el camino tantas veces recorrido.

Mirando el espejo que refleja la ventana a mi espalda, me encuentro pensativa. ¿Y si esto es estar bien y vivir normalmente como todos? Se siente como inercia. Yo no creo que así esté todo el mundo.
Siempre me imaginé con un millón de cosas para hacer: deportes, inglés, estudio, trabajo, dentista, médico, amigas, torneos, cartas, ¿novio? Seudo... En fin, otra noche de esas en que las dudas que parecen ser existenciales me arrebatan todas juntas. “¿Qué necesidad?” diría mi hermana. Seguro es algo lógico y necesario, pero desafortunadamente no me puedo acostumbrar a pensar tanto, mejor dicho, a pensar tantas cosas a la vez. Que sí, que no, que más o menos, tranquila, reite, se fuerte, llorá, corré, enojate, pensá, pará, crecé, viví. Que deje de correr el hámster un segundo por Dios! A está altura me agota hasta el sonido de su ruedita. Lo ideal sería pedir que me instalen un antivirus porque evidentemente a mí el botón de reset no me anda.
Mirando la pared, boca abajo, destapada, con tele, sin... Ya sé! Poner música va a ser la solución. Pero tampoco! Misión abortada a la primera canción. Me hace pensar más. Sí, ya lo sé, podría haber elegido otro tema, pero mi dedo de memoria sólo conoce el recorrido hacia ése. Galeria/archivos de música/recuerdo.amr. Y cómo no me iba a hacer pensar más si me canta en la primera frase “me levanto temprano moribundo, perezoso resucito, bienvenido al mundo”.
¿Y ahora? Última opción: chateo un rato por mensaje de texto, escribo y pienso en mañana. Uf! Qué alivio. Resulta que de tanto mirar la pantallita del celular, a las 3.17 am me empezaron a arder los ojos. Así que ahora sí me dieron ganas de dormir aunque sea algunas horas, hasta que vuelva a sonar la ruedita del molesto hámster.

¿Cómo es cuando nada se sabe, nada se entiende? Haciendo memoria recordaba los primeros momentos. En la época en que permanentemente me llegaban mensajes. En que me levantaba con una sonrisa sólo por escuchar tu voz. En que el cartel de “acaba de iniciar sesión” me hacía latir el corazón a mil. En aquel tiempo que disfrutaba del juego y lo sentía como mío. Donde cada palabra era una sonrisa y cada sonrisa era un abrazo. Tardes acomodando. Noches descansando. Charlas de anécdotas. Enseñanza de todo. Pelea virtual y amor digital. Canciones alegres. Bailes de cocina. Miradas cómplices y caricias íntimas.
Todo aquello que cuando estaba no lo percibía, ahora es algo que desearía volver a vivir. Al no darme cuenta cómo era, ilusamente soñé despierta. Era lógico que no durara mucho más. Que iba a ser una más. Mas nunca lo quise y siempre lo supiste. Ya debería admitir que fue mi error. Fallé una vez más en dar todo, mejor dicho, en esperar todo.
Duele saber que cambió. Que cambié. Que cambiaste. Que a pesar de extrañar, de querer, de desear, de sentir; no es suficiente lo que di para mantener exclusividad. Algo en vos, o quizás en mí, ya no afina. El becuadro que en algún momento creí encontrar, hoy parece que volví a perder.

Te vi pasar como si fuera la primera vez. Seguí con la vista ese caminar un tanto relajado, sonrisa perdida y mirada lejana. Te crucé volando pero creo que te bajé de un susto. Alegremente sorprendido me recorriste completa. Sentí esa profundidad en tus ojos mirando más allá, mientras yo comenzaba mi viaje por algún olvidado lugar. Y volví a recordar cómo eran esos encuentros tan sanos, tan raros, tan plenos.
Tu mano sobre la mía, mis ojos sobre los tuyos y nuestros cómplices cuerpos que se entendían. Caricias que rápidamente se colaban para intentar entrar a escondidas a aquella charla interrumpida. “¿Qué haces?” Me nombras como si fuera algo normal y a mí se me escapa una sonrisa. Nos divertimos, discutimos y hablamos como antes. Qué alivio sentirte así de cerca, tanto que por momentos intento, sin éxito, alejarme.
El corazón, harto de latir a esa exaltada velocidad, prefirió echarse a un lado y ponerse lo más serio que le fue posible. “Siempre haces lo mismo!” ¿Y quién esperaba algo distinto?

Se acerca el verano y pareciera que todo tomara más vida que hasta ahora. La ciudad se muestra más activa, más alegre. Los colores fríos y secos del invierno se esconden para dar paso a los verdes claros de esta nueva estación que tanto se hizo esperar.
Días que traen ese calor de diciembre con noches heladas de julio son una mixtura que por esta época debemos soportar. O ese frío que en unas horas cambia a las sofocantes tardes, que hacen del clima el primer tema de conversación. La incertidumbre -típica de primavera- de no saber si volver a acomodar toda la ropa liviana que tenemos guardada. La urgencia de empezar con la actividad física que se postergó desde terminado el verano. Las idas al cine que se demoran por las cálidas noches que incentivan a estar al aire libre. Los alérgicos que, entre tos, estornudos y picazones, sufren el aumento de polen por el renacer de las plantas. Los parques que se colman de mateadas, guitarreadas y de los osados que, semidesnudos, toman sol. Hasta pareciera que los días realmente se empezaran a aprovechar por el sólo hecho de tener algunos minutos más de luz.
De alguna u otra manera, hablar de primavera nos hace sentir más abiertos y positivos. Por eso, empezamos a ver cómo termina el año pero desde otra perspectiva.

¿Y si así fuera? ¿Si cambia todo de la noche a la mañana? Sería posible si te soltaras y te dieras como en algún momento lo intenté hacer yo. Lo que ahora me frena ya no es mi cabeza, sino tus incertidumbres. Tus cambios repentinos de actitud no las sigo viendo como antes. No me dejo tolerarlas, ni mucho menos asimilarlas.
Quizás hoy ya no me quiera jugar y poner todo para recibir sólo una parte, sinceramente no lo sé. De lo que estoy segura es que sigue siendo todo igual y así será. Porque aunque no lo quiera ver, las cláusulas nunca cambiaron y tampoco cambiarán por esas dos razones. Esos dos motivos, que yo muchas veces veo como excusas, son las dos barreras que del principio al fin se interpondrán entre los dos.
Tal vez sea miedo, tal vez convicción o simplemente es que la verdad ya la sabes y sólo necesitas ocultarla. Si es lógico lo que explicas no me interesa saberlo; pero coincidir con ello, por más que trate mil veces más, no voy a poder.
Sé que no es capricho y menos terquedad porque lo comprobé y lo pensé de todas las maneras. Tengo la certeza de que todo es mucho más simple de lo que crees pero no te permitís imaginar. ¿Y si al final tenés razón? Qué importa. ¿Y si al final tengo razón? Nunca lo sabremos. Sólo me decepciona saber que en esta historia ninguno de los apuesta, pues ninguno de los dos ganará.

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Hubo un paréntesis y yo fui quien lo había abierto. No creí estar confundida, sólo me divertía. Me hacía bien saber que existía esa posibilidad de ir más allá. Me encontré inocente, inculta, perdida. Porque entre tanto desorden yo sí te ví y pude encontrarte. Porque así lo quise, porque así lo quería. Incontables melodías de letras rebuscadas. Múltiples suspiros como actos involuntarios de la voluntad controlada.
¿Fue por vos o por mí? Y al final, nadie sabe. Culpas de algo que no existe, soluciones de algo resuelto. Y me vuelvo a encontrar, pero esta vez impaciente, vacía, inquieta. Obra con bemoles filtrados que alteran sin querer todo esto extraño que le faltaría un becuadro para poderse sostener.

Y quizás alguna noche de estas me encuentre conmigo misma. Me sienta a charlar de aquellos temas que siempre postergamos. Ella y yo, para sernos sinceras, para desquitarnos de tantas cosas. Entre sueños me vi feliz. Entre humo pude reconocerte. Entre lágrimas pude enfocar tu imagen y algo me llevó a cerrar los ojos. Quizás algún día de estos me encuentre con vos. Con ese vos que todavía no conociste. Tal vez me siente a charlar de aquellos temas que siempre posponemos. Él y yo, para sernos sinceros, llorar y hasta callar. Entre ilusiones creí verte y no te pude aferrar. Es que por ahí nunca fue, es que acaso “habrá que nunca debe haber habido tantas cosas por haber”.
Y cuando te encuentre, cuando nos sentemos, cuando charlemos… espero seguir siendo la misma. Ojalá vos ya te hayas llegado a conocer. Deseo volver a mirarte fijamente y ver más allá. Anhelo volver a vivir. Quiero volver a querer. Pretendo volver a amar. Trato de volver a caminar. Intento no volver a tropezar.

Irse y volver. Terminar y comenzar. Empezar y acabar. Recordar y olvidar. Gritar y callar. Reirse y llorar. Correr y parar. Cegar y mirar. Censurar y permitir. Besar y abrazar. Agarrar y soltar. Caerse y saltar. Bailar y cantar. Irse sin volver. Despedirse sin regresar. Terminar sin comenzar. O comenzando a terminar. Acabar sin empezar. O empezando a acabar. O empezando a empezar. A empezar y a iniciar. A iniciar y querer. A querer y vivir. A vivir y sentir. A sentir y a asumir. A asumir y temer. A tener sin amar. A no amar y extrañar. A extrañar y a necesitar. A necesitar sin querer. A sin querer, pensar. A pensar y convencerme. A convencerme sin creer. A no creer y tener ganas. A tener ganas y sufrir. A sufrir sin llorar. A no llorar y sonreir. Sonreir y divertirme. Divertirme sin disfrutar. No disfrutar y seguir. Seguir y empezar. Empezar a pensar. Pensar en comenzar. A comenzar sin pensar.

Maldito,
que ganas de tenerte, de que te detengas
que ganas de que corras,
que ganas de no sentirte, de manejarte.
No creas que no sabemos tus métodos de manipulación,
nos das lo mejor para llevártelo a tu disposición,
mas no nos subestimes, en remotos casos te hemos vencido,
pero aun así, tienes la posibilidad de ganar, de llevarte todo
el amor, la felicidad, el odio, la tristeza.
Te ries, disfrutas, pero ojo,
que aunque vallas rápido, o te detengas,
no podrás quitarnos el tiempo que nos diste.


Un mail que quise compartir.

Si pudiera correr a abrazarte… sólo para sentir tus manos en mi espalda. Si no encuentro alguna otra forma de descargarme es que quizás me llenas más de lo que ambos creemos. No descubro algo completamente tranquilo porque tampoco voy por la vida buscándolo. Creo que tropecé sola y te cruzaste a ayudarme. Eso en verdad te hizo distinto, o mejor dicho, fue el motivo por el cual empecé a verte diferente. No creía en vos… mucho menos en nosotros. Soy consciente que nadie sabe lo que vendrá, aunque sospecho que el que supone adivinar el mañana no soy yo; porque evidentemente no me interesa tampoco saberlo.
Hubo un día en que me levanté confundida. Hubo otro en el que me levanté entusiasmada. Y llego siempre a la conclusión de que aquella incertidumbre permanente de la que hablé en algún momento, parece no querer irse. Le dará miedo dejarme sola. No podrá estar sin presionarme a cada instante. Quiero que se de cuenta que esta vez decido irme. Necesito estar calma y paciente, sin ese dilema que me persigue.
Me vuelvo a acomodar y ya una vez enderezada, decido avanzar. Con o sin vos, ahora tomé mi camino y lo recorro decidida. ¿Qué me pedís que te espere? ¿Estas seguro de querer venir conmigo? Está bien. Puedo frenar, tomarte la mano y que sigamos juntos… pero ya después no quiero discursos. No quiero indecisiones. No quiero ataduras.

Entré. Volví a entrar y quise salir. Ese olor que me llenaba, a la vez me dolía. Cada rincón envolvía un recuerdo y cada paso llevaba más dudas. Me solté. Me tuve que soltar. Parecía todo conocido, algo familiar. Mi suspiro y sus preguntas. Había dejado algo olvidado, o mejor dicho, algo de mí escondido. El sol que pasaba. Las horas que terminaban. Su sueño quedaba detenido.
Good morning. Abrazos encontrados. Lágrimas gastadas. Y de nuevo ese olor que me lastima. Esas paredes inocentes con sus fotos memorizadas. Ese rocío que atrapa el ruido de lo prohibido. Ese camino que recorríamos de la mano, hoy lo recorremos distanciados.
Porque no esperé. Porque sólo lo necesitaba. Porque tampoco lo pensé, es algo que sentí. Algo que vuelvo a sentir. No te juzgo. No catalogo. No sospecho, sólo actúo. Volví a buscar lo que escondí. Volví a esconder lo que dejé. Volví a olvidar lo que olvidé.

Vuelvo a creer que tiene sentido. Vuelvo a sentir que sí puedo salir de esta incertidumbre permanente. Indiferencia persistente. Creo pensar en algo más allá de lo que pensé hasta hoy. Quiero mostrar que cambió. Intuyo que todo se movió. Me permito soñar y desear cosas diferentes. Elijo terminar y comenzar. Cambiar y sostener.
No es algo nuevo, alguna otra vez lo sentí. Algo viejo que vuelve a aparecer. A resurgir. A transformar. Es raro pero lindo. Es lindo pero inusual. Es inusual pero riesgoso. Un riesgo que tengo que asumir.
Alguien que no quiere creer. Alguien que quiere querer. Nadie que nada ve. Nadie que siempre postergó, algo que jamás sintió. Porque algo que no se siente, es algo que no existe. Algo que nunca podría tener valor si nunca le importó.
Ese miedo que vuelvo a sentir. Esa sensación que vuelve a mí. Ese extraño camino que no quería tomar. Esa dirección a la cual me dirijo. Ese yo que no lo permitía. Ese alguien que no veía.
Despedida sin terminar. Bienvenida sin comenzar. Comienzos que terminan. Finales que comienzan. Confusiones que se sientan conmigo a conversar. Discusiones con almohadas de noches congeladas. Lágrimas que no se sentirán. Sonrisas que vendrán.

Una de las canciones que más me envuelven, amo su ritmo, como Thom la canta, me atrapa la guitarra y su letra… Me fascina todo. Siempre sutil y hasta por momentos frágil.
“I don't care what he sings...I just love what it does to me....” fue lo que leí en algún comentario y me sentí muy identificada. Porque cuando hablo de Radiohead sé que no entiendo cada frase, cada línea que Thom dice y con eso se relaciona el “No me interesa lo que él canta”. Sin embargo, me fascina escuchar esta música justamente porque “sólo amo lo que me provoca a mí”.
Muchos dicen que “True love Waits” trata de un nene que lo dejan sus padres por el fin de semana y se alimenta de chupetines y papas fritas (“On lollipops and crisps”) en el altillo (“In haunted attics”). Y que el nene, que es el verdadero amor de los padres, espera en su casa hasta que vuelvan de ese viaje de fin de semana. Si bien esta explicación concuerda un poco con la letra, sigo pensando y quiero pensar que es una canción de amor que sólo fue inspirada, en parte, por esta historia del chico abandonado.
Desde este punto de vista que acabo de explicar, interpreto que “On lollipops and crisps” se refiere a lo sencillo y lindo que tiene el amor, justamente por eso la frase entera de: “Y el verdadero amor vive en chupetines y papas fritas”. La otra parte que me llevó mucho pensarla fue: “I’ll dress like your niece, to wash your swollen feet” y creo que hace alusión a que él se vestiría hasta como su sobrina y lavaría sus pies hinchados sólo para impedir que ella se vaya.
Dormirme escuchando este tema me hace no sólo soñar cosas lindas, sino dormirme tranquila. Cada acorde de la guitarra de Thom me hace tener ganas. Cada oración que escucho me hace sentir que aunque “el verdadero amor espera”, todavía existe.

I’ll drown my beliefs
To have you be in peace
I’ll dress like your niece
To wash your swollen feet

Just don’t leave
Don’t leave

I’m not living
I’m just killing time
Your tiny hands
Your crazy kitten smile

Just don’t leave
Don’t leave

And true love waits
In haunted attics
And true love lives
On lollipops and crisps

Just don’t leave
Don’t leave

Quizás sí lo extrañe. Quizás sí tenga ganas de volver y me niego a admitirlo. Por alguna u otra razón postergo el hecho de pensar en eso. Sí, quiero. Sí pienso en estar ahí y me di cuenta recién hoy. Descubrí cuando me levanté que a pesar del frío me gustaría sentirlo en ese lugar. Creo que no es lo mismo 2 grados en Córdoba, que 22 grados bajo cero en Aspen.

Intuyo que me dan ganas de abrigarme para salir. De comer algo caliente en el trabajo. De salir exactamente 2 minutos antes de que llegue el colectivo. De comer helado antes de ir a bailar. De cocinarme fideos al roquefort con mucho queso. De bañarme con la puerta abierta escuchando Queen. De hacer un refill de coca antes de salir de McDonald's. De leer el diario cada vez que subo al colectivo. De caminar sola por la calle sin miedo. De ir a hacer snowboard toda la mañana. De ir al banco cada 2 semanas a depositar mi paycheck. De comprarme algo todas las semanas. De pagar mi Corona (con lima) en el boliche con tarjeta de crédito. De repetir todos los días "nice to meet you".
Estando acá, extraño allá. Aunque voy a ser sincera, y estando allá también me dan ganas de comer un buen asado o un panqueque lleno de dulce de leche, de escuchar música mientras espero el colectivo, de salir con amigos hasta las 6 de la mañana, de andar con la cartera cerrada, de mirar (sólo mirar) vidrieras, de la comida de mi mamá, de mi tiempo libre, de las miradas indiferentes.

Soy consciente de que faltan quizás meses, quizás años... pero estoy segura de que voy a volver. Siento que me va a volver a costar levantarme igual que hoy, pero no acá, no en Córdoba, no en Argentina.

Cuando te levantas sabiendo que las cosas no dependen de vos es algo, más que raro, triste. Saber que hagas lo que hagas, pienses lo que pienses, ya no importa; eso no puede cambiar nada. Ya no tenés que esforzarte porque no va a servir. Eso es lo triste: no tener porqué luchar, no poder pelear por algo. Si ya las alternativas se acabaron, no hay motivo para seguir.
"Persevera y triunfarás". Sí. Triunfarás en la medida en que las fuerzas y las ganas de perseverar no se diluyan. Cuando esas y todas las motivaciones desaparecieron, ¿cómo seguir?
Hoy fue uno de esos días. Esos días en que me dan ganas de parar el mundo y bajarme por un rato. Esos días en los que te levantas sin saber qué es realmente lo que sentís. Esos días en los que estás segura que algo cambió, el problema es que todavía no descubriste qué.